Para Silvia K.
En una
casa desierta…
una
niña algo traviesa…
y una
adolescente peculiar…
y tú a finales de los setentas
a mi me dicen Gaviota
y a ti te dicen Silvestra.
Miles de historias me has contado
y yo creo en cada una de ellas.
Los fantasmas que hacen fiestas
La casa roja, el álamo que llora
El viejo arrugado, la sopa de ojos
y el guiso de lenguas.
Creo en esas monedas de oro que nadie podrá alcanzar
Creo además que aún puedes leerme la mente
como en esas tardes cuando mentía para sorprenderte
o para hacerte enojar.
Hermana, los años han pasado
hace poco sentí miedo, por el cuento y su final
Pero después de pensarlo pude encontrar una salida:
Se trata de pedirle a la vida que nos regale un instante
Una tarde ileña con sol y con brisa
Una tarde eterna para poder escuchar
los detalles interminables
de tus narraciones distraídas
yo tratando de impresionarte con mis mentiras de niña
mientras tú me cuentas por qué brilla el mar.