09 junio 2014

Es mi Vida

Nací en plena devaluación. Tomé  todas las leches que existieron y existen  (Por eso te odio tanto García) En una casa linda cerca al mar con cuatro hermanos mayores, sus cuatro mundos y sus cientos de normas. Crecí viendo a mi a papá equivocarse cada fin de semana con el número de cervezas que deben ser ingeridas, con el número de billetes que debió dejar antes de salir con sus amigos, con el número de horas que debió vivir en familia, con el número de decibeles de su voz cuando volvía de madrugada. Crecí viendo a mi mamá convertirse en una mujer cada vez más fuerte y transparente. Dormí con ella hasta que tuve 6 años o más. La amé mucho, la sigo amando. Estudié en un colegio que me dio todo lo que menos se necesita en esta vida: prejuicios y frivolidad. Encontré en mi hermana una amiga y me uní a ella para resistir juntas las revoluciones de mi mamá y los errores de mi papá. Me leyó cuentos, poemas, me enseñó palabras y las capitales del mundo. Ella entendió que yo sólo necesitaba que me enseñen cosas nuevas  y yo entendí que la manera más linda de amar es compartiendo lo que uno sabe.

Los hermanos grandes se fueron a estudiar. La casa se quedó sola, verdaderamente sola. Aprendí a ser mi principal cómplice y compañera, los cuentos y los poemas me los leía yo misma.  Hice pócimas mágicas con los ingredientes de la cocina en mis tardes solitarias y las lanzaba a las casas contiguas Fui castiga por acabar con el vinagre, el sillao, el aceite, la pimienta, la leche, la sal y las paredes de los vecinos.

A pesar del tiempo mi papá siguió equivocándose, pero logramos que se equivoque lejos de nosotros. En medio de esta batalla mi mamá se fue endureciendo, no podía evitar llevar el dolor de una mujer que había luchado por más de 25 años contra un hombre que no se entendía ni a sí mismo, un hombre que un día era la persona más tierna del mundo y luego de unas cervezas se transformaba (Lo siento papá, las cosas como son, el perdón no es sinónimo de olvido) Su tiempo  y su energía eran para trabajar, mantener a raya a mi papá,  administrar los ingresos, enviarles a mis hermanos lo que necesitaban y pagar los gastos de mi colegio. Yo empecé a necesitar más que eso, más que casa, comida y colegio, pero mi mamá no podía con tanto. Mi hermana volvió a salvarme, era estudiante de periodismo, por eso le gustaba tanto contarme cosas, me explicaba el mundo, me pedía mi opinión, me escuchaba, entonces aprendí que había otra forma linda de amar: siendo horizontal y aprendiendo del otro.

Se me hizo habitual acompañar a mi mamá en su trabajo de campo, prefería ir con ella que quedarme sola en la casa haciendo pócimas, creo que ya había hecho todos los conjuros necesarios. Fuimos por caminos de tierra empinados, Miramar, Alto Ilo, Bello Hororizonte, La Pampa. Visitamos casas pequeñas, la vi poniendo en práctica su fe sin dogmas ni límites, la vi siendo la mujer más tierna y coherente, la vi transformando su dolor cuando se trataba de compartir con la gente que la necesitaba. Gracias a ella conocí grandes corazones y aprendí que dando se recibe. Dejé de pensar que era dura, entendí que era una mujer fuerte (Más tarde revisando libros de psicología comunitaria encontré por escrito lo que ella intuitivamente  hacía en su día a día).

Ella me enseñó a sentirme afortunada con poco. Paseabamos todos los domingos en la tarde por el cementerio, repartió las flores con justicia, comimos picarones, caminamos por la playa y de regreso a la casa jugamos a no pisar las rayas de la vereda, era su manera divertida de llevarme a pie, creo que andábamos cortos de plata. La vi llorar y gritar de desesperación por todo lo que hacía mi papá. Yo también lloré y grité. Me había convertido en adulta sin darme cuenta. Volvía a ser niña cuando era verano, cuando venían mis hermanos y mis hermanas porque tenían vacaciones en la universidad. Volvía a ser niña en contra de mi voluntad y batallaba para que mis opiniones sean tan oídas como las suyas, pero no había nada que hacer. Ahora lo entiendo, intentaban protegerme a su estilo, que sea niña por lo menos 3 meses al año.

Eventualmente crecí de verdad pero ya no me interesaba el tema. Un día me hallé a mi misma agotada de rechazar a mi papá, de culparlo por todo, de juzgarlo, negué que me importaba y archivé el caso, me dediqué a lo mio. Me enamoré, me tatué , terminé el colegio, ingresé a la universidad,, me volví a enamorar otras tantas veces, me arrepentí del tatuaje, me compremetí, lloré, reí, rompí, me trasladé de universidad, me mudé, dejé algunos amigos en el camino, dejé todo y empecé de cero,  un poco perdida en una extraña ciudad, me enamoré de nuevo, esta vez de mi carrera y de mí misma. 

El tiempo siguió su curso y poco a poco casi por inercia fuimos reconstruyendo la  familia. Ahora podemos abrir un champagne en navidad y brindar con mi papá ( una copa no más, eso sí) nos recita un poema suyo, nos cuenta anécdotas y cuando vemos que se nos desborda, bostezamos como señal de "basta papá" y es raro pero él entiende y se va a descansar y no sé pero a veces me dan ganas de llorar cuando eso pasa. Hace poco , luego de muchos pero muchos años pude abrazarlo y decirle "te quiero". El miedo se había ido, tal vez sea este el logro más grande de mi vida: la liberación del perdón. Con el nacimiento de los nietos mi mamá empezó a mostrarnos abiertamente su lado más tierno  (aunque cuando debe poner disciplina no escatima, así es ella). Y mis hermanos, bueno, escuchan un poco más  mis opiniones, pero no puedo hacer nada para que se me oiga en verano, algo pasa y vuelvo a tener ocho años, lo positivo es que mi hermana aún me lee cuentos y gozo por momentos de los privelegios de ser la más pequeña.

Finalmente y después de todo sé perfectamente que mi vida no es perfecta. Sé que nunca lo será, basta con leer los párrafos anteriores, pero no me averguenza. Agradezco cada instante vivido porque sin ellos no habría sido necesario que me salven, no habría conocido el amor en los momentos de urgencia y sin ellos no habría aprendido a  salvar a otros.  Sé que somos como mosaicos, compuestos por diferentes piezas del nuestro pasado. Sé que los mosaicos de mis papás no fueron los más fáciles de armar. Ahora entiendo que no es sencillo. Sé que hay azulejos feos y bonitos, para qué negarlo, pero nos tocan por azar un poquito de cada uno y existen por algún motivo, se juntan y cobran sentido para mostrarnos la  infinita belleza de nuestros días.  Al mirar hacia atrás y recordar el pasado, como habría de recordar el coronel frente al pelotón de fusilamiento, veo  lo accidentada que ha sido la historia de mi familia, que si me hubieran pedido que la escriba  la habría hecho más simple, pero el pasado no es factible de transformación sólo el futuro lo es. Veo cuanto nos ha costado recomponer los lazos y sanar el corazón, veo que nos sigue costando cada día, pero veo que ninguno se anima a desistir, vamos los 8 con una dignidad y alegría inexplicable y si se nos permite hasta con elegancia vamos.  De algo estamos convencidos, no sé muy de qué, no necesito saberlo, total, las grandes verdades no requieren palabras. Pero tuviera si que afirmar algo con certeza diría que la vida, la vida es hermosa, sobre todo cuando se cuenta con libertad para decir la verdad, con la sabiduría para rescatar lo bueno y el valor para resarcir todo lo malo.




10 abril 2014

Antes del atardecer, del amanecer o del anochecer ...

Cuesta entender que la vida no es una película. Cuesta entender que no es “Antes del Amanecer” ni del atardecer, ni del anochecer. Por cierto tardé mucho tiempo en enterarme que eran tres películas distintas, siempre que las chapaba ya empezadas en algún canal de cable pensaba que era una sola. Para colmo no lo descubrí por mí misma, un amigo me aclaró que eran 3 películas distintas entonces todo cobró sentido, pero lejos de celebrar el hallazgo con carcajadas como suelo hacer cuando me descubro equivocadísima en algún tema, esta vez recibí la noticia con tristeza. Tristeza porque me aterró la idea de que no volvería a sentir esa extraña sensación de adrenalina al ver la trama cambiar sin que yo entienda muy bien nada haciéndome dudar de mis capacidades mnémicas y atencionales e invitándome finalmente a concluir que estaba poniéndome vieja y desatenta y confirmarlo media hora después, al quedarme dormida, en medio de la película, en medio del mueble, en medio de un sábado por la noche sin fiebre.

¿ Qué serìa mejor la incertidumbre o saber qué es lo que va a pasar? Levedad vs Peso como diría Milán Kundera citando a Nitchtze antes presentarnos a Tomás. Abro paréntesis Por cierto no me gustó el Tomás de la película, lo había imaginado distinto, más alto. Cierro paréntesis, punto ¿ Nos quedamos con certeza o incertidumbre?

La tierra es un dado roído y ya redondo a fuerza de rodar a la aventura, que no puede parar sino en un hueco, en el hueco de inmensa sepultura. Denso el Cesar, recuerdo  cuando aprendí ese poema, quería aprenderlo de memoria para impresionar a mi papá y a mi hermana y nunca pude porque me enredaba terriblemente en esta parte “Dios mío, si tú hubieras sido hombre hoy supieras ser dios, pero tú que siempre estuviste bien no sabes nada de tu creación y el hombre si te sufre, el dios es él” yo a esa edad no contaba aún con esos dados ni dudas, sin embargo creo que  intuía la onda desafiante de sus palabras así que me ponía nerviosa y a partir de ese verso mi dicción era un desastre entonces me reía y ya el resto lo recitaba en voz baja, tartamudeando y leyendo, o sea en pocas palabras la presentación iba disminuyendo su calidad interpretativa de forma inexorable empero, debo reconocer y agradecer que la atención y el cariño del públicoera inversamente proporcional. Tenía a mi papá de buen humor y a mi hermana siempre linda, disfrutando del recital y aplaudiendo como si acabaran de ver al mismísimo Vallejo.


En el patio de mi casa es donde sucedía todo esto, en ese momento de la tarde cuando caen los  últimos rayos del sol y todo parece derretirse como en un cuadro de Dalí, cuando el viento pasa saludando y el tiempo creyéndose eterno te asegura que las pocas horas que restan del día te alcanzarán para hacer  las tareas y te dice que no hay problema, que estos momentos son imprescindibles, que en el caso hipotético y poco probable de que nuestras vidas fuesen películas, estarían compuestas de escenas como esas, aunque se nos trabe la lengua, aunque la memoria falle, los nervios traicionen y los ánimos bajen, aunque nos escapemos a jugar en un acto de exacerbada e injustificada rebeldía aunque las cosas no salgan como deberían, porque el tiempo nos enseña que el acierto más importante de la vida es estar con las personas adecuadas antes del atardecer, amanecer o del anochecer.

Foto: Ilo, enero 2014